VI. Las demás personas
Por más curioso que parezca, el título de este capítulo -que enlaza con nuestra siguiente columna- tiene su verdad y su relevancia. Las demás personas -los otros-, que no son familiares y amigos, también tienen que ver conmigo en mayor o menor medida. Conviene dedicarle espacio a esta realidad que tiene que ver con cada uno y con muchos más, y porque en el transcurso de la existencia muchas serán las ocasiones en que los demás tendrán que ver conmigo.
De aquí se derivan tres enfoques o puntos de unión, que vienen a ser como los grandes tornillos que sujetan esta columna, esta realidad. Partimos de la constatación de mis limitaciones (solo no puedo con todo), y de ahí la necesidad de los demás en mi vida; la experiencia del “otro” en mi vida, que me completa y me complementa; y el reflejo de los demás en mí, qué valor y lugar les doy y cómo los trato.
La vida y la manera de vivir cambia y evoluciona. Lo que nuestros abuelos ni se hubieran soñado experimentar, nosotros lo tenemos a nuestro alcance. Y cada vez más, tendemos a aislarnos e independizarnos. La generación iPhone, iPod, iPad, iBook, y la tecnología que nos ofrece, entre otras cosas, alimenta la sensación individualista, de la mayor conexión a través de la desconexión con lo que me rodea. Por la calle es raro ver saludarse a las personas, ceder el paso, y con mayor frecuencia el celular o cualquier aparato portátil sustituye mi atención. La sensación y experiencia del individualismo y de la exaltación de mi privacidad personal, han ido poco a poco encerrando a las personas, diluyendo el trato humano en simples relaciones de utilidad.
Ante esta experiencia, ya generalizada, hemos de constatar el otro lado, la otra cara de la moneda, la de siempre. Y es que por más inventos y revoluciones, solos no podemos vivir, y mucho menos realizamos. La dependencia es la palabra que acompaña mi vida, desde que nazco y hasta que muera. Comprendiendo mejor mis limitaciones solucionaré mejor esta dependencia. Ahora bien, ¿en qué aspectos necesito depender?
- Necesito depender de los demás para sobrevivir: desde lo que como hasta lo que percibo económicamente para mantenerme a mí y a los míos. Todo lo que implique negocio y mercado de bienes, es dependencia.
- Necesito depender de los demás para desarrollarme: como persona y como parte de la sociedad, desde la educación hasta la formación profesional, cultural, moral o social. Necesito aprender, y esto implica una dependencia de quienes pueden enseñarme y ayudarme.
- Necesito depender de los demás para realizarme y ser feliz. No me refiero al bienestar material -que también tiene que ver-, sino más bien al hecho que conforme pasa el tiempo en la vida, yo haya completado cuanto tenía que hacer, y de la forma correcta. Una buena familia, hijos y amistades, encaminados y de bien, han necesitado también de los demás, que han contribuido a la consecución de esta relación.
Pero mucha atención. Aparentemente podemos quedarnos con la imagen o impresión de un mercantilismo o necesidad de “canje” de servicios. Al contrario, la necesidad externa claro que genera servicios, pero acaba ahí. Existe una necesidad interna, y a ella queremos referirnos ahora. La llamada “experiencia del otro”, que me completa y me complementa a lo largo de mi vida.
Llamo “experiencia del otro” a la concreción personal del encuentro entre dos o más personas. En este caso, concentrémonos en aquellos individuos que no tienen una relación directa con mi vida familiar y de amistades personales (aunque vale para todo). Cuando me encuentro con otra persona, establezco un contacto, una relación, y automáticamente genera una respuesta. Lo veíamos al hablar de la amistad. Aquí la respuesta y la relación tienen objetivos diversos, una necesidad diversa, de la que resulta un click diverso. A esto le llamamos completamiento y complemento.
a) Completamiento: recurro a los demás, al otro, porque sabe, tiene, puede (o todos juntos), que yo no sé, no tengo o no puedo, y lo necesito. El otro, que es diverso a mí, dispone de lo que yo no dispongo tanto y me genera necesidad. El trato, la relación o click es primeramente humano (dos o más personas), que se ponen de acuerdo para un bien común y concreto (la necesidad generada) para crecimiento personal.
b) Complemento: en una relación de necesidades, no solo se beneficia una de las partes, ambas partes son activas. Es algo que en general descuidamos más. Cuando pido ayuda, y la otra persona me la brinda, yo gano porque alcancé lo que necesitaba, pero también ambas personas crecimos como seres humanos: nos tratamos con educación, colaboramos juntos, pusimos nuestra mayor dedicación (uno en ayudar, otro en recibir). Y este contacto, aun limitándose a aspectos que no implican un click particular o amistad, complementan nuestras vidas y actitudes, porque nos han humanizado, no simplemente robotizado. (P.ej.: relación doctor-paciente; entrenador-equipo; jefe-operarios; etc.).
Como ulterior reflexión, aunando tanto el completamiento como el complemento, es que las necesidades no nos impidan, por nuestra parte, humanizarlas adecuadamente. La relación humana no es mero trámite para satisfacer necesidades, sino para crecer y afianzarnos en cuanto somos. Parece que a mayor poder adquisitivo o valorización de las cosas, se devalúan las personas, que pasan a ser herramientas en función de objetivos, por más loables y grandes que éstos sean.
Si mi mentalidad por dentro es egoísta, individualista, o tiene comportamientos más bien de consumo y no de necesidad personal, los demás seguirán siendo, más o menos, intermediarios de bienes. Y así se pueden explicar algunos o muchos males sociales, en donde el tráfico de personas se justifica como bienes de consumo, propiedad privada para intereses comerciales, o similares. Valorando más a los demás, me valoraré más a mí mismo, y actuaré en consecuencia.
Todo esto que se ha expuesto nos lleva a revisar y orientar mejor nuestros comportamientos y decisiones. Las necesidades, la dependencia personal, los demás, ahí seguirán cada día. El reto ahora es cómo reflejarme mejor y qué papel tomar ante todo ello. Cuál es mi respuesta en mi relación con los demás, con aquellos que no tengo acercamiento familiar o amistad, y que sin embargo son también importantes para mi vida y mi propia realización personal, familiar y social.
- Que ante todo respete cada persona. Los demás también son personas y humanos como yo, con sus vidas, sus problemas y sus propias necesidades. Respeto que anime a darles su lugar, a tratarles como se merece y a comprenderlos cuando lo necesiten.
- Que mostremos interés hacia los demás. Igual como ellos dedican su tiempo y su vida cuando la necesidad concreta nos ponga en relación. Es parte de la humanización de las relaciones entre las personas, porque facilita las cosas y mejora el rendimiento de las mismas.
- Que colaboremos, en la medida de las posibilidades, con cuantos tratamos y nos relacionamos. Un buen trato se agradece mucho, pero si además facilitamos a quien nos ayuda o a quien ayudamos cuanto agilice o mejore su conclusión, tanto mejor. Echar la mano es un bien, que además no tiene precio, porque da calidad humana, no económica. Te hace más útil y sobre todo te hace más humano.
Ahora te toca el turno a ti. ¿Cómo tratas a los demás? ¿A tus maestros y tutores, a tus empleados del trabajo o del hogar, al despachador o al cajero de la tienda, con quien te cruzas por la calle, con el anciano que cruza lentamente el paso peatonal? Estas y otras personas son algunas de quienes forman el inmenso grupo llamado “las demás personas”.
Date cuenta que la vida aparentemente sigue igual, sigue su curso, pero cada día tienes muchas oportunidades para salir de ese virus llamado individualismo, y compartir algo más de ti con los demás. Y cuando estés frente a alguien que haga algo por ti, aunque sea el cajero de la tienda -no importa-, un saludo, una cortesía, una palabra, eso sí que no cuesta dinero, pero puedes hacerle pasar también a él un rato mejor.
En un mundo lleno de tantas necesidades cuantos seres humanos existen, tú puedes marcar la diferencia. Sé parte de la solución y no parte del problema. Trata a los demás como quieres que ellos te traten a ti. La recompensa, parte la disfrutarás aquí y la mayor parte en la eternidad.
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