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Mostrando entradas de abril, 2015

La hazaña de perder el miedo a la muerte

"Amo la vida y lucho por ella, pero he perdido el miedo a la muerte" Una frase como esta salió de la boca de un hombre pocos días antes de morir. Es una de las últimas frases completas y legibles que pude escuchar de él, y que resumen quizá una vida. Estas fueron las palabras que Héctor Murillo, enfermo de cáncer, un  12 de abril de 2011 -hace poco más de cuatro años-, por la tarde, me dirigía antes de dejar a su esposa Sandra y a su hijo Leo, de dos años de edad recién cumplidos, y partir al encuentro definitivo con Dios. Fui testigo una vez más de la acción misteriosa y descarada de Dios. ¿Por qué fue de esa manera?, ¿Por qué se fue tan joven? No lo sé ni lo sabré en vida aquí. Sin embargo sí sé que la vida de Héctor, y particularmente sus últimos tres meses, perdurarán en mi memoria y mi corazón por el resto de mi vida. Héctor para mí era mucho más que un amigo y él, desde arriba, no dejará que me equivoque al decirlo así. Conocí a Héctor poco más de tres

Merecer y disfrutar nuestra libertad con auténtica calidad

La estrecha relación entre capacidades personales, cantidad de talentos y libertad personal en nuestra vida Díganme si no es verdad que muchos de nuestros golpes de pecho existenciales tienen que ver con la inutilidad que experimentamos al no hacer mejor las cosas, o por el contrario, al errar repetidamente por culpa de nuestros defectos personales. Preguntas como ¿Por qué me comporto así? ¿Cómo puedo ser más feliz y mejor persona?, y otras similares nos las habremos hecho alguna vez. Por curioso que parezca, una buena vía de solución podemos encontrarla en unos párrafos del evangelio de Mateo (25,14-30). Encontramos una frase que puede servirnos de clave de lectura de este artículo:  "a cada quien le dio según su capacidad" (15).  Este texto narra que un señor, antes de su viaje, encomienda a sus trabajadores su hacienda, dando a cada quien ciertos talentos (cinco, dos, uno). Y subraya que esos talentos o bienes se los reparte según su capacidad. Y acto seguido, esta

Tres razones que bien valieron una vida

La dura circunstancia de Tabo con Manu que cambió su vida Hace pocos días conversé por teléfono con un joven que conozco desde hace quince años. Coincidimos en el mismo colegio, él como alumno y yo como formador. Recordamos, aunque brevemente, algunas experiencias y correrías de aquellos tiempos, y en concreto una de ellas, que comentaré ahora. Fue para mí una de las experiencias que más marcaron mi incipiente trabajo formativo -que entonces iniciaba-, y que sin duda ha dejado en mí una profunda huella. Si bien esta experiencia la he contado varias veces a lo largo de estos años, prefiero plasmarla aquí para que todos, conociéndola o no, tengan la referencia de primera mano. Por propia petición del interesado y a los hechos que narraré, usaré otro nombre propio. Mediados de octubre de 1999, domingo por la tarde. Me encontraba preparando las clases de formación que me tocaban impartir en los próximos días. Pasadas las seis de la tarde llaman por teléfono. Contestó otra persona

¿Por qué no somos tan felices? El problema: nuestros miedos

Felicidad y Miedos, ¿compatibles? Hablando con muchas personas, y en la diversidad de situaciones, casos y lugares, reafirmo que de las grandes enfermedades personales que tenemos los seres humanos, de las más complicadas y quizá de las menos trabajadas, encontramos esta: nuestros miedos . Es impresionante notar la fuerza, la atracción y el control que los miedos ejercen sobre las personas. Me animo a escribir unas líneas de mi experiencia en este sentido, esperando pueda ser de ayuda y valor para quienes somos conscientes de esta realidad y buscamos erradicar de nuestra vida la fatal influencia de esta poderosa enfermedad interior que son nuestros miedos. ¿De dónde podemos detectar que vienen nuestros miedos? De la falta de respuestas a otras preguntas que interpelan un acción personal y una decisión consecuente. Estas preguntas son: - ¿Quién soy? : dicho de otra forma, cómo me defino ante esta determinada situación o circunstancia. - ¿Qué hago? : es decir, qué tipo de res

"No tengan miedo, soy Yo"

La experiencia para vencer y superar nuestros miedos Aprovechando que es domingo y estamos en Pascua, puede darnos luz pasajes como éste. Recordando la "experiencia de Emaús" en breves pinceladas quizá pueda orientarnos a seguir dando la batalla contra nuestros puntos flacos o débiles, que tienen su correspondencia en los miedos que a lo largo de nuestra vida van tomando posición y se asientan en nuestra personalidad. Retomando esta necesidad de superar o vencer nuestros propios miedos, esta experiencia de Emaús nos puede ser muy útil. Repasemos ágilmente en cinco momentos este proceso personal en boca del evangelista y recordando la experiencia que una tarde ya lejana tuvieron estos dos discípulos el día de Pascua. 1. "Conversaban entre sí todo lo que había sucedido" (Lc 24,14): Aun sin conocer los temas de conversación, claro está la desilusión que imperaba en sus rostros y ánimo. Normal, cuando se trata de sueños no realizados y esperanzas no cumplidas

La experiencia de la Llave

Una reflexión sobre el tramo de vida recorrido Con el paulatino paso de las semanas, entre idas y venidas, cosas por aquí y por allá, vas identificando, asentando y sobretodo valorando oportunamente cuanto ocurre y cuanto te sucede. Personalmente, puedo decir que me han pasado muchas cosas en mi vida, impresionantes, milagrosas, increíbles, inimaginables y sublimes. Otras en cambio no tan agradables o positivas. Unas y otras tienen su lugar y he de encontrar su espacio identificando -si cabe- su valor pasado, presente y también de cara al futuro. Quiero compartir una reflexión que es más que una idea, que una imagen y que un contexto, aunque tienen un poco de estos ingredientes. Hablar de uno mismo no agrada, pero estoy de acuerdo que viene bien de vez en cuando exteriorizar lo que se siente para bien personal -y  si se puede, de muchos más-. Por eso me animo a expresar algo de lo que llevo, esperando sea de utilidad. Desde hace más de dos décadas Dios me ha querido entre su

VIVIR, DISFRUTAR, AMAR:

Tres verbos que resumen a una gran persona Ha pasado un mes desde que se nos fue de este mundo Enrique Macías Noriega. Ingeniero de profesión, esposo y padre por vocación y excelente persona y cristiano por convicción. Tuve la oportunidad y el privilegio de conocerlo hace varios años, y por avatares del destino, nuestra amistad bien puede asemejarse a cualquiera de sus numerosas construcciones en las que participó: sólida, fuerte y perdurable. Desde finales del pasado mes de enero pude llegar a México, y de las primeras cosas que tenía en mente fue visitar a mi amigo Enrique. Con lo que no contaba fue que la visita tendría que hacérsela en el hospital español de la Ciudad de México. Llegué a tiempo para poder platicar con él antes que entrase a estudios. Pude entregarle, entre otras cosas, un crucifijo que traía y que significaba mucho para mi. Sus ojos brillaban dentro del dolor que la enfermedad le producía. Pero esa cruz le acompañó en todo momento y de hecho yace con él act