Ir al contenido principal

VIVIR, DISFRUTAR, AMAR:

Tres verbos que resumen a una gran persona

Ha pasado un mes desde que se nos fue de este mundo Enrique Macías Noriega. Ingeniero de profesión, esposo y padre por vocación y excelente persona y cristiano por convicción. Tuve la oportunidad y el privilegio de conocerlo hace varios años, y por avatares del destino, nuestra amistad bien puede asemejarse a cualquiera de sus numerosas construcciones en las que participó: sólida, fuerte y perdurable.

Desde finales del pasado mes de enero pude llegar a México, y de las primeras cosas que tenía en mente fue visitar a mi amigo Enrique. Con lo que no contaba fue que la visita tendría que hacérsela en el hospital español de la Ciudad de México. Llegué a tiempo para poder platicar con él antes que entrase a estudios. Pude entregarle, entre otras cosas, un crucifijo que traía y que significaba mucho para mi. Sus ojos brillaban dentro del dolor que la enfermedad le producía. Pero esa cruz le acompañó en todo momento y de hecho yace con él actualmente.

Pude visitarlo varias veces estando él en terapia intensiva. Quiero expresar aquí un secreto que Enrique me pidió guardara hasta que él no estuviera con nosotros. Él quiso resumir su vida en tres palabras, y así, como él me lo expresó, quiero secundarlo para bien no solo de su familia, sino para cualquiera que lo lea, pues creo que es una buena síntesis no solo de su vida sino que puede serlo de la vida de muchos más.

Estando con respirador, muy desgastado por la enfermedad que le consumía y entrecortada su voz, me dijo: -"Jorge, quiero decirte que mi vida la resumo así: vivir, disfrutar y amar. Vivir, porque he tenido la oportunidad de dar lo mejor de mi en lo que he podido; disfrutar, porque he podido ser testigo de la vida que Dios me dio y de poder sacarle provecho a cuanto pude; y amar, porque ha sido la razón y el motivo por lo que he podido hacer tanto y querer tanto. Me voy tranquilo y feliz con Dios porque he tratado de dar de lo que se me ha dado. Estoy orgulloso de la vida que Dios me dio y de los regalos que pude tener. Ahora toca verlo desde arriba".

Personalmente no me cabe duda que Enrique se fue de aquí tranquilo, feliz y completo. No le faltó la compañía de su familia y mucho menos la compañía y cercanía de Dios en todos los sentidos. Fui testigo de un hombre trabajador, honesto y cariñoso. Hombre como todos, con sus defectos y limitaciones, pero también una persona con la que pude mantener una amistad y cercanía especial. 

Gracias, Enrique, por lo que has hecho y nos dejas: una bonita familia, muchas obras materiales levantadas, y por supuesto, un camino para que muchos podamos seguirlo y tratar de dejar la mejor huella posible. Tú desde arriba te pido que nos ayudes y nos acompañes para que podamos seguir caminando. Como buen ingeniero, como gran esposo y padre, y como estupenda persona que eres, gracias por tu vida y por tu amistad.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Renovando la misión a la manera de Jesús

  El texto de san Juan (21, 1-19) nos presenta cómo Jesús resucitado renueva el amor de sus apóstoles para enfocarlos a su misión evangelizadora (pastoral). Comparto algunas reflexiones por si son de ayuda para renovar también nosotros nuestro amor para seguir testimoniando y compartiendo nuestra misión. 1. Lo obvio: que lo humano es insuficiente Simón Pedro les dice: «Voy a pescar.» Le contestan ellos: «También nosotros vamos contigo.» Fueron y subieron a la barca, pero aquella noche no pescaron nada. (21, 3) Quienes nos esforzamos por vivir nuestro compromiso bautismal entendemos que el servicio pastoral es una actividad cotidiana, que da sentido, te hace feliz y hace feliz a los demás también. La "pesca" es la actividad humana y pastoral de quien sigue a Jesús y trata de responderle con lo que tiene y sabe hacer. Y no lo hace solo, sino que lo vive y comparte con quienes le rodean. ¿Y qué sucede? que lo hacemos a nuestra manera , pensando que así es como Dios nos bendecirá

La experiencia de la Llave

UNA REFLEXIÓN SOBRE EL TRAMO DE VIDA RECORRIDO Hace ocho años escribí este artículo-reflexión, que en estos momentos vuelvo a retomarlo porque soy conscuiente de lo que en ese momento escribí y que en momentos como estos me viene muy bien refrescarlo. Además, quién sabe si a alguien más puede serle de utilidad. Por eso me animo a ponerlo tal cual lo redacté en su momento. Ojalá que sea de ayuda y de motivación para quienes lo lean. Para mí tiene mucho significado y es de reflexión constante en mi vida. -------------------------- Con el paulatino paso de las semanas, entre idas y venidas, cosas por aquí y por allá, vas identificando, asentando y sobre todo valorando oportunamente cuanto ocurre y cuanto te sucede. Personalmente puedo decir que me han pasado muchas cosas en mi vida; impresionantes, milagrosas, increíbles, inimaginables y sublimes. Otras, en cambio, no tan agradables o positivas. Unas y otras tienen su lugar y he de encontrar su espacio identificando - si cabe- su valor

La discapacidad está en el corazón

Ayer por la tarde-noche salía del lugar de trabajo. Caminando hacia mi coche presencié una breve pero interesante charla en la esquina de la calle entre un señor de edad parecida a la mía con un joven que estaba pidiendo ayuda económica para una obra de interés social en beneficio de niños con cáncer. Observé durante medio minuto el intercambio de palabras entre ellos. Noté que el señor se mostraba reacio a cooperar con la causa de este joven. En un momento dado,este chico, sin ninguna pena y con el debido respeto, mira fijamente a este señor y le dice: -pero ya sabe que la verdadera discapacidad humana está en el corazón-. Y el señor se dio la vuelta y se marchó. Yo continué hacia mi auto, pero me agradó la forma y las palabras de este joven, porque tiene mucha razón. Existen discapacidades físicas, mentales, musculares, etc, pero la más perturbadora y dañina se encuentra dentro de nosotros, afectando nuestra manera de ser, pensar y actuar. De las discapacidades externas no siempre