III. La amistad y los amigos
Vistos los dos primeros regalos, que forman sólidas columnas de nuestra existencia, pasemos ahora a una de las más importantes, que junto con las dos primeras, ajustan nuestra personalidad y la orientan en el camino de la vida. Nos referimos a la amistad y los amigos. Digo que ajustan nuestra personalidad porque son estos quienes están en nuestro entorno más cercano y con quienes compartimos muchos momentos y situaciones. Vale la pena dedicarle un capítulo por la importancia y trascendencia -para bien o para mal- de un buen o mal amigo.
Podemos sintetizar en una frase que la amistad es ese “click” o acción estable que se da en dos o más personas debido a tres factores que se “enlazan” entre sí, y son: atracción, interés y necesidad. Una amistad en toda regla conserva estas tres características. Veamos cada una de ellas.
- Atracción: es el impulso que alguien, por diversas razones, suscita mi atención con más detalle. Bien por características personales, bien pos sus talentos o una mezcla de ambos, suscita ese primer acercamiento que provoca el “click” en el tiempo. Los amigos se atraen porque congenian o se complementan. Y es un punto importante a mantener con el tiempo.
- Interés: una vez atraída mi atención sensible, ese “click” busca una respuesta, lo más inmediata posible, que provoque la misma reacción de la otra persona. Es cuando me intereso por ella, suscita un interés por mi parte, creando un acercamiento a la otra persona. Esto es muy humano y parte integrante de toda relación interpersonal. El interés mueve mi persona y mis facultades a estrechar lazos con otras personas, en función al bien (deseado, buscado) que pueda proporcionarme.
- Necesidad: es la respuesta que ambas personas se dan entre sí. Una respuesta interior de aceptación del otro, y una respuesta exterior de estar juntas. Pero la necesidad no se da sin las otras dos, porque hablando de amistad se habla simultáneamente de las tres características.
Como pequeño apéndice, si pensamos en el noviazgo, veremos que una relación así presupone una amistad. No hay novios que no hayan sido primero amigos, y la amistad bien llevada provoca una relación más fuerte, que lleva el noviazgo, y culmina en el matrimonio. Por eso conviene recordar estos ingredientes comunes a toda amistad, que afianzan la personalidad y la hace capaz de una realización más segura en la vida.
Ahora bien, de estos tres ingredientes básicos a toda amistad pasamos a una relación de amistad. Los amigos que comparten sus vidas de determinadas maneras y en variadas situaciones, comparten ciertos valores que los une y genera en ellos ciertas formas y maneras de vivir. Desde un apodo hasta salir juntos, y desde compartir cosas hasta compartir la vida más adelante. Entonces, ¿Cuáles son estos valores que amoldan y afianzan una amistad?
a) Un conocimiento personal: conforme pasa el tiempo, una vez hecho ese “click”, los amigos se hablan entre sí. Conversan y comparten experiencias, logros, malos ratos, etc. generando así una confianza entre ellos, que por el contrario, no se da con otras personas de su entorno social, etc. A mayor conocimiento del otro, mayor confianza entre ambos. Es el primer valor y más codiciado en el tiempo, pues se demuestra quién es quién.
b) Una colaboración recíproca: del interés inicial, y del conocimiento de ambos, surge la colaboración entre ellos. Es la consecuencia material (en el día a día) de la confianza generada y madurada. Se comparten cosas, se invitan a sus casas para estudiar o pasar el rato, se apoyan entre sí a nivel profesional, etc. La gama es infinita, fruto de la confianza que se tienen. Por eso, lo primero que suele ocurrir cuando una amistad se corta o pasa malos momentos es la ausencia de colaboración, porque la confianza resulta dañada.
c) Una estima y aprecio mutuo: es que la otra persona adquiere un significado particular para mí. Lo hago parte de mi vida. Nace un afecto personal que cubre, por decirlo así, lo que en la otra persona no siempre cuadra, guste o parezca. Es la consecuencia de los otros dos valores. El primero va más a la razón, el segundo a la acción, y el tercero al corazón. Aquí es donde se ponen los así llamados “candados” de la relación, es decir, las garantías de durabilidad y acompañamiento en el tiempo.
Una vez más, queriendo hacer un pequeño paréntesis, el noviazgo sigue estas mismas huellas. El “click” inicial genera la amistad, y los valores que acabamos de mostrar profundizan en ambos esta amistad. A mayor conocimiento, mayor comprensión del otro; mayor interés dará mayor confianza y compartirán más su tiempo juntos. Y así, el amor entre ellos irá creciendo a mayor estima y aprecio. De ahí la fórmula del amor: conocer, comprender y perdonar dan como resultado AMAR.
Hasta aquí el “plato fuerte” de la amistad. De unos ingredientes comunes pasamos a unos valores comunes. Surge la pregunta: ¿Qué puedo hacer para mejorar mis amistades o incrementar mis amigos? Y sobre todo ¿Cómo mantener las que ya tengo? Sería como el postre del menú de la amistad. No hay misterios o secretos, pero no viene mal anotar tres herramientas útiles de cara a nuestras amistades:
- Mantén contacto: con tus amigos, especialmente con aquellos más allegados a ti. El tiempo separa, y la vida tiene sus exigencias. Los amigos de verdad se mantienen en contacto, aunque disten entre sí muchos kilómetros.
- Pide ayuda y consejos: hace mucho bien apoyarse en quienes confías y sabes que no se aprovecharán de ti. Dos cabezas afines piensan mejor que una, y dos personas cercanas entre sí logran lo que una sola no puede o no alcanza.
- Acompáñalo cuando te necesite: ésta es una de las grandes pruebas de la amistad. En el dolor, en el mal momento o en la enfermedad, quien te quiere se preocupa por ti. Es lo que más cuesta, pero más se agradece. Amigos de verdad aquí se demuestran, porque sobre todo aquí comparten sus vidas.
La amistad es así, algo que no podemos encerrar o definir a la perfección, pero que tanto bien genera en uno mismo y en los demás. Ahora es momento preguntarte qué tipo de amigo eres o qué tipo de amistades tienes. Sin afán de culpabilidad, échale un vistazo a esta faceta. Raro es aquel que no tiene amigos, pero también he de decir que hay amigos y amigos, en función de cómo me relaciono con ellos.
Se dice que amigos íntimos, incondicionales, no superan o no han de superar los dedos de una mano. Y sí, los años dan la razón. En cualquier caso, de ti depende la cantidad y sobre todo la calidad de amigos que quieras tener.
Y recuerda esto: solos en la vida no podemos alcanzar nuestros objetivos. La columna de la amistad te ayudará tremendamente en la vida. No la desperdicies. Los buenos amigos duran para siempre. Y en esto, Dios nos da el mayor ejemplo, que cuenta contigo en todo momento, a pesar de todo, porque Él es de verdad nuestro mejor y gran amigo.
Comentarios