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Las 7 columnas de la vida (IV)

IV. La formación académica y profesional

(Enlace)

Hasta ahora hemos revisado y tratado de colocar tres columnas, que son pilares de nuestra existencia: vida, familia y amigos. Nos hemos fijado, como es de notar, en las personas (propia y cercana) que me identifican como tal y me garantizan un lazo de pertenencia (familiar o social). Demos un paso adelante y fijémonos no tanto en las personas como tal, sino en las herramientas que están a disposición de la persona y la preparan o la disponen para la vida misma.
 
Y de entre todas las herramientas, quiero fijarme en el tiempo, y del uso que de él hacemos. Y me centro aquí en dos de las actividades que a lo largo de la vida centran y ocupan gran parte de nuestro tiempo: los estudios y el trabajo. En circunstancias normales, parémonos a contar cuánto tiempo de nuestro día se va en estas actividades. Para quien estudia, un promedio de ocho horas diarias por semana; para quien trabaja, otras tantas; y si estudias y trabajas, ya no digamos. Un estudiante dedica desde los estudios de primaria hasta la carrera incluida, una media de entre 15 y 16 años. Esto variará según los años que estudie o las carreras que elija, pero sumado es mucho tiempo. Y a esto, le añadimos el ejercicio profesional, que puede dedicarle muchos años más. Hagamos una breve introspección en el tema.
 
Tanto la formación académica como la profesional son mucho más que un pasatiempo de la niñez  y juventud, o una especie de hobbie para aprovechar el tiempo. Ni es un gusto en sí mismo ni un trámite puramente burocrático: es una necesidad.
 
Necesidad personal: porque además de hacerme un hueco en la vida y en la sociedad, me prepara como individuo, útil para uno mismo y para los demás. Además, una buena preparación cultural me abre muchos puestos laborales y profesionales que me ayuden a una estabilidad económica, familiar y social.
Necesidad familiar: porque he de responder por quienes comparten conmigo la vida, y porque el bienestar no “cae del cielo”, sino del trabajo y esfuerzo. A mayor esfuerzo, mayor logro.
Necesidad social: porque el crecimiento individual beneficia el crecimiento de muchos más. Mi aportación profesional también beneficia o perjudica los intereses sociales. A mayor cultura, mayor educación; a mayor formación, mayor avance. El progreso de las naciones tiene mucho que ver con la educación que se recibe y las oportunidades que se generan. Es un círculo virtuoso. Ganas tú, ganan los tuyos y gana la sociedad.
 
Es cierto que esta necesidad en muchos casos no se ve como tal hasta que se comienza la carrera. Pero no por ello quitemos el dedo del renglón. El estudio y la formación cultural y profesional son un bien necesario, independiente del tiempo invertido en él y en el desempeño laboral personal. Necesidad que se traduce en mi capacitación como persona, en mi desarrollo y realización junto con mis seres queridos (familia), y en mi utilidad personal –no instrumental- a los demás (sociedad).
 
Ahora bien, este aprovechamiento del tiempo en base a estos parámetros (estudios y profesión), ¿Cómo me ayudan en este desarrollo y en estas necesidades? Lo afrontamos a través de varios verbos que denotan las actitudes de fondo a adquirir y madurar con el paso del tiempo. Son una guía útil para no perderse en el camino, valorar cuanto somos y tenemos, y aprovecharlo mejor.
 
a) Los estudios preparan y disponen tu manera de ser:
 
- Te preparan porque adquieres paulatinamente conocimientos y experiencias de los diversos ámbitos del saber humano. A mayor cultura, mayor enriquecimiento. Es la primera parte que ojalá toda persona tuviera, pues sin ella el crecimiento se dificulta más.
- Te disponen porque te facilitan el bagaje o maleta para el camino de la vida. Se camina y avanza más con reservas que sin ellas. Y a fin de cuentas, aunque no deciden  la vida de una persona, la predisponen y condicionan positivamente para el futuro
 
b) El ejercicio de la profesión y el trabajo te colocan en la vida y desarrollan tus habilidades personales:
 
- Te colocan, claro está, porque te da un lugar en la sociedad para desempeñar una función, una responsabilidad, una oportunidad de hacer un bien, donde tú ganas y muchos más también ganan.
- Te desarrollan las habilidades y talentos personales porque te conviertes en un apersona útil; te realiza como ser humano y te procura un sostén económico en bien de los tuyos, e indirectamente, en bien de la misma sociedad.
 
Claro está, no todos disponen de las mismas oportunidades y de las mismas condiciones, sea para estudiar como para trabajar, o ambas. Hablábamos del factor de la necesidad, que acomuna estas situaciones. Ante la desigualdad de oportunidades o condiciones, la vida misma brinda alternativas que de una manera suplen lo que no se pudo o no se aprovechó. Existen muchos casos donde la experiencia de la vida logra realizar mayores logros que quienes habían tenido todas las oportunidades. Habrá siempre personas incultas que se manejarán en la vida mejor que otras que fueron a la escuela. Pero no hay duda que una persona preparada y bien orientada en la vida hará un bien que nadie puede sustituir. Además, no olvidemos que nuestra aportación en la vida no se reduce al ámbito personal, es una visión egoísta de la vida. Mi ayuda y utilidad personal en común me realiza, pero también realiza a quienes me rodean, pues hace crecer y desarrollarse. Por eso, la formación académica y profesional cuesta y mucho.
 
De todo esto se derivan unos consejos que puedan ayudarte en tu camino personal de preparación, tanto intelectual como profesional. Cuanto mejor se afronte el reto, mayor provecho se saca y mejor fruto se obtiene.
 
a) En tu preparación académica:
 
Valórala justamente: date cuenta de la oportunidad que tienes para ser alguien en la vida, pues no todos disponen de ella. Planifica tus clases y estudios y dales prioridad sobre tus demás actividades. Así lograrás un hábito que con el tiempo te ayude a conseguir los retos que la vida y tu situación personal te pidan.
Aprovéchala al máximo: contra el desánimo, disgusto o monotonía, aplícate en lo concreto (plan y método de estudios, tareas por hacer, etc.) para que no dejes pendientes en esto. Aquí el lema es: sufre ahora, disfruta después: Vale más la pena hacerlo bien a tiempo, que un día te arrepientas de haber sido un flojo y vago.
 
b) En tu ámbito profesional:
 
Da lo mejor de ti: ponle esfuerzo y sácale provecho. Como decíamos antes, la necesidad nos exige y nos compromete, pero sobre todo nos realiza en la vida. Acostúmbrate a hacer las cosas bien, te vean o no. Tú eres el primer beneficiario de tu labor y muchos más pueden a su vez beneficiarse. Piensa en ti, pero con miras altas, en clave de presente y de futuro. No te conformes y comprométete a ser feliz y dar lo mejor de ti.
Humaniza tu entorno: no somos ni esclavos ni máquinas. Nuestro trabajo produce y nuestra vida produce, pero no es eso lo que me realiza y hace feliz. Ponle rostro amable a lo que haces y con quién lo haces o lo compartes. No te aísles en tus cosas y compártelo en la medida que sea posible. Una palabra a tus compañeros, un saludo, una charla, etc. Eso cambia la rutina operativa, despeja y descansa. Dale un “toque humano” a tu trabajo y te rendirá mucho mejor.
 
Sin duda, aprovechar mejor tu tiempo es aprovechar mejor tu vida. Parte de los éxitos o fracasos de las personas tienen aquí su explicación. Dale el justo valor a tu formación humana, académica y profesional. Lo sembrado tendrá su cosecha. Prepara la tierra, traza los surcos, planta la semilla y siembra el campo de tu vida a tiempo, para que a tiempo coseches sus frutos.
 
La cuarta columna de la vida, bien colocada y cimentada, soporta mejor el edificio de nuestra existencia. Pregúntate: ¿cuánto la valoras? A mayor conciencia, mayor trascendencia. Recuerda: solo no se puede, y menos en el rubro del conocimiento humano y de las realidades humanas. Pide ayuda y déjate ayudar. Sufrir a tiempo te producirá alegrías después. Lucha por tu espacio en la vida y en la sociedad y deja buena huella, que otros puedan seguir y mejorar en el tiempo. También Dios, que todo lo ve, te premiará en su momento, pues Él ve los corazones y las intenciones.

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