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Las 7 columnas de la vida (Primera: La propia existencia)

I. La propia existencia (vida) y salud: 

Una de las grandes preocupaciones que tenemos consiste en preguntarse si estamos viviendo nuestra vida de la mejor manera. Es una de las grandes preguntas del ser humano. ¿Cómo me va?, ¿Qué tal estás?, etc. Rara es la persona que no se preocupa decentemente por sí mismo. En el camino de nuestra vida, podemos decir que cada día vamos construyendo el así llamado “edificio de nuestra existencia”, pero quizá hemos prestado poca atención a los pilares o columnas que lo sostienen. De ahí la necesidad de edificar nuestra existencia sólidamente, para que no se nos derrumbe y podemos disfrutarla lo mejor posible.
 
Ya el mismo Cristo nos lo avisó en el evangelio: -“es como el hombre prudente que edificó su casa sobre roca…” (Mt 7, 24-27). A todos nos gusta tener la casa bien construida y amueblada, pero por ello hemos de poner manos a la obra para levantarla y mantenerla. Por eso, y tratando de ceñirme a lo esencial e importante, he agrupado en siete estas columnas esenciales de nuestro edificio personal. Son las claves de acceso y la guía de nuestro progreso y éxito si están bien colocadas, y también el origen y causa principal de nuestros fracasos y derrotas si faltan o están mal puestas. Estas reflexiones pueden ayudarnos, orientarnos y sobre todo reflejarnos, examinándonos así qué tan felices, realizados y capaces somos.
 
Comenzamos por lo más elemental y básico, que se convierte así en lo más necesario para colocar debidamente. Cada día que me despierto, soy consciente que vivo, respiro y puedo manejarme como soy y como puedo. Unos más, otros menos, ejercemos nuestras propias habilidades físicas y personales. Y todo ello, parte de la misma realidad: que estoy vivo.
 
Pertenecemos a la generación que ha desarrollado los derechos humanos, y en particular los derechos de la persona. Y sí, el derecho a la vida es el primero y fundamental de los derechos inherentes al ser humano. Me pregunto si el hecho de vivir se reduce simplemente a un derecho escrito sobre papel, que me convierte en sujeto de obligaciones y responsabilidades. Y por más que lo reflexiono, se me hace poco, aunque necesario. Para mí la vida misma, mucho más que un derecho, es un regalo. Un regalo porque nadie se lo ha merecido o se lo haya ganado a pulso. Se nos ha dado, simple y sencillamente. Somos beneficiarios de este don, transmitido por nuestros padres, pero que va mucho más allá de algo puramente celular. Es un auténtico regalo, abierto a mí, para mi uso y mi propio bien.
  
Por ello, vivir y experimentar la existencia se convierte en lo más grande que un ser humano posee. Ahora bien, ¿Cuánto agradecido te muestras con la vida que has recibido? Para quienes tenemos fe, dado que es un regalo, le agradecemos a Dios que nos lo haya donado. Somos unos privilegiados, y por consiguiente, la respuesta de quien recibe un regalo, no puede ser menos que agradecerlo, valorarlo y cuidarlo. Hagamos algunas anotaciones:

Primera anotación: date cuenta de lo que has recibido y tienes, porque muchos cada día lo van dejando de tener, o les cuesta tenerlo. Cuántas personas lo pasan mal, luchan por su vida en los hospitales o sufren enfermedades o desgracias. Te aseguro que para esas personas, la vida la valoran mucho más. Por eso, agradece cada día la oportunidad que Dios te da para vivir, porque no sabes si mañana se repetirá.
 
Segunda anotación: cuida la vida que tienes, porque como dice el refrán: “la vida es una y se vive una sola vez”. Además de agradecerla, necesitas aprovecharla correctamente, adecuadamente. No cuidarla es sinónimo de desprecio para quien te la dio y quienes colaboraron para que la tuvieras. Por eso, atentar contra la vida y la salud no solo es algo malo en sí. Además demuestra el desprecio que más o menos conscientemente tenemos con lo más grande con que contamos a nuestra disposición. Es una ofensa contra el cielo, un desprecio de mí mismo y una irresponsabilidad. El cuidado de la salud física y la vida en general son la primera y mejor manera de aprovechar todo lo que en ella experimentamos, obtuvimos, realizamos y aportamos. Cuídala, merece la pena, porque se te dio con mucho amor para que la aproveches de la mejor manera posible.
 
Y tercera anotación: úsala adecuadamente. Si bien es un regalo, no es un regalo cualquiera. Es el mejor regalo que hayas podido recibir. Y es un regalo que contiene en sí otros regalos dentro. Me fijo en tres de estos, para que los valores especialmente y puedas darles buen uso.
 
- La realización personal. Todos queremos ser de una manera propia y desarrollar nuestras capacidades y talentos, y aspirar a metas importantes. Queremos vivir, vivir a fondo y dejar huella. Todo esto son sinónimos de realización. Aplícate de verdad para que tus sueños se conviertan en realidad. Realizarse se vale y es uno de los grandes objetivos de la vida. Prepárate lo mejor posible y aprovecha las oportunidades que la vida te dé para dejar una buena huella. Verás que todos los esfuerzos valdrán la pena por esto.
- La felicidad: en el camino de la propia realización, no tendría sentido tanto esfuerzo si no hay de por medio el significado de lo que hacemos. Y es éste: vivir y ser felices. Es el resumen del por qué hago las cosas. No me detengo mucho, porque lo trataré en otros capítulos, pero baste recordar que el núcleo de la felicidad reside en el amor recibido y en el amor que doy. Aquí está la medida de mi felicidad. Que cuanto piense, haga o diga no sea hueco o simplemente egoísta. Cuanto mayor amor ponga, más felicidad hallaré, y mejor me realizaré. Es una cadena que garantiza mi propia vida y me impulsa a aprovecharla al máximo.
- La generosidad: es una virtud, pero sobre todo es la consecuencia de las otras dos dimensiones. Cuanto más me valore a mí mismo, y más valore lo que puedo hacer y a quién hacerlo, pondré manos a la obra. Generoso es aquel que no se fija en cuánto tiene, sino en cómo puede darlo. En esto no hay clases sociales ni diferencias de ningún tipo. O se es generoso o se es egoísta. Por eso insisto que quien de verdad quiere aprovechar su vida, y le pone amor y esmero, será generoso en mayor o menor medida, pero dejará huella. Y teniendo en cuenta nuestros errores y deficiencias, saldremos adelante. Cuanto más se piense en los demás, más creceré, más feliz seré y más me realizaré. Son los motivos por los qué vivir y las razones que impulsan mi existencia.
 
Haz un breve recuento de tu vida hasta el presente. ¿La valoras?, ¿la agradeces cada día?, ¿Cuánta ilusión y empeño pones por cuidar tu salud?, ¿la aprovechas adecuadamente? No lo olvides, vivir es un regalo que no está en nuestras manos controlarlo, pero sí administrarlo hoy. Mañana, Dios dirá. Esfuérzate por vivir hoy lo mejor posible, para realizarte, ser feliz y hacerlo con generosidad.

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