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Las 7 columnas de la vida (VII): Dios y sus "cosas" o instrumentos

VII. Dios y suscosas” o instrumentos

 
Nada más atrevido, inesperado y tentador terminar nuestra serie de pilares o columnas de esta manera. Para algunos puede sonar extraño, pero una vida y una existencia sin trascendencia es lo mismo que caminar de noche y sin luz. Nada más antiguo y más novedoso, más clásico y más actual que términos como “alma”, “espíritu”, “Dios”, “vida eterna”, “cielo”, “infierno”, etc. Sin entrar en mucha teología, bástenos con enfocar aquí el contexto y el significado de Dios para el hombre y su huella como parte de nuestra existencia.
 
Y es que Dios y las “cosas” o instrumentos de Dios también forman parte de la vida del ser humano desde siempre. Por ello ha sido, es y será una columna más que soporta y sostiene la existencia del hombre, querámoslo o no. Además, en un contexto más concreto como el cristianismo, en el que me moveré en este capítulo, tiene su vitalidad y fuerza propias. Tan es así que no hablamos de una columna más, mucho menos de la última, sino la más importante y piedra angular de cuanto somos y hacemos.
 
En este contexto y en este sentido quiero presentar quién es este Dios y qué me ofrece para que le dé esa importancia y esa atención tan peculiar. Si bien no es esta una catequesis, podemos sintetizar estas dos preguntas -quién es y qué me ofrece-, en una frase que a continuación explicaré. Dice así: “Dios es alguien que forma parte de la vida y de mi vida, y es aquél en quien puedo y necesito contar y confiar”.

a) Dios es alguien: y cuando hablamos de Dios, nos queda muy vago, distante o inalcanzable. Más que todo esto, Dios es Persona, se hizo persona humana y compartió mi manera de ser y de vivir. En Jesús descubro a ese alguien que vino a echarme una mano y a enseñarme una manera de vivir y de pensar las cosas.

b) Que forma parte de la vida y de mi vida: y es que es inútil que cerremos los ojos ante la evidencia que cuanto existe -yo incluido-, está tan bien hecho y se mantiene perfectamente. Dios es más que una respuesta a estas cuestiones, pues es el creador, impulsor y benefactor de todo lo que soy, cuanto vivo y lo que está a mi alrededor. La diferencia es que todo lo ha dispuesto para mí, y eso es lo interesante, porque me deja mi espacio y me garantiza su ayuda siempre que se la pida.

c) En quien puedo y necesito contar y confiar:
- Sí, claro que puedo, porque Dios no me obliga a nada. Me propone pero no me condiciona, me ofrece pero no me lo exige. En definitiva, respeta la libertad que me dio -a pesar de mí-, y está dispuesto a salir a mi encuentro siempre que se lo pida.
 
- Sí, necesito de Dios, porque como ya lo hemos tratado en repetidas ocasiones a lo largo de estos capítulos, solo no puedo. Y como no podemos solos y sentimos la necesidad de ayuda, soporte y conforto en la vida, quién mejor que Él, que todo nos dio, para recurrir a Él. Esta necesidad de Dios se traduce en la necesidad de sentido a lo que soy y lo que hago; en los caminos concretos que elijo para mi vida; y en las actitudes y comportamientos que desarrollo con las personas que están a mi alrededor.
 
- Sí, cuento con Dios en cuanto que, siendo persona como yo, puedo dirigirme a Él, hablar y conversar con Él (oración), pedirle lo que necesite y hacerlo compañero en el camino de mi vida. Él cuenta conmigo, lo que importa es que yo sí quiera contar con Él.
 
- Sí, y lo más personal y grande es que puedo confiar en Él. Básicamente por tres motivos: porque me da seguridad y paz, y me aleja de mis miedos y momentos de vacío y sequedad; porque me da la fuerza y el sostén para seguir adelante (los sacramentos); y porque me lleva con Él y me acompaña de inicio a fin, con su Palabra (Biblia) y sus enseñanzas, además de cuantos Él pone en mi camino como instrumentos suyos (sacerdotes, ministros).
 
En esta descripción, más o menos general, no solo hablaremos de Dios, sino también de sus “cosas” o instrumentos. Por “cosas” nos referimos a los instrumentos o formas con las que Él se hace presente en nuestra vida, nos ayuda y nos protege. Se hace presente de palabra (Biblia) y obra (en la vida y hechos de Jesús); nos ayuda con los sacramentos y a través de las virtudes humanas y espirituales; y nos protege por la oración y por la guía y acción de sus ministros.
       
 Por ello creo que sí vale la pena contar con esta ayuda, con este apoyo y esta columna en el camino de la vida. No se pierde nada y se gana todo. Nos viene bien tenerlo de nuestra parte y acercarnos a Él y a cuanto Él puede darnos, que es prácticamente la totalidad de nuestras necesidades. Una persona que tiene a Dios en su vida y lo vive intensamente, marca la diferencia y distancia con el que no lo tiene o no lo lleva con la misma intensidad. Basta hacer la prueba y lo constatarás.
 
Y ahora, ¿Cómo conectamos esta columna con todas las demás? Si Dios es parte esencial de mi vida, y tiene que ver con todas las facetas que desarrollan mi devenir concreto, ¿de qué manera se involucra en las personas y en los acontecimientos que van hilvanando mi vida? Vamos respondiendo una a una en cada parte o columna la presencia y asistencia de Dios y de sus “cosas”.
 
a) Dios, autor y garante de la vida y mi vida, Él es el “culpable” de mi venida a este mundo, ayudado por mis padres, claro. Y día a día, sin explicármelo, me mantiene en esta vida. Es autor porque la vida la creó Él y la sigue dando Él, nadie más. Y es garante porque me asegura la vida independientemente de mí y de lo que yo haga con ella, siempre y cuando no me la quiera quitar voluntariamente. Nadie más puede cambiar la vida, y no lo hace porque está dispuesto hasta el último segundo a ayudarme.

b) Dios es Padre para mí: porque además de mantenerme la vida, me regala la libertad y me da su amor para que no me quede solo. Me espera cuando me alejo de Él, me abraza cuando reconozco mis culpas, perdona mis fallas y me da cuanto necesito en orden a mi bien interior y mis necesidades particulares.

c) Dios es mi  mejor amigo: porque además de acercarse a mi vida y realidad, quiere compartir lo que tiene y que yo necesito conmigo, gratuitamente, a cambio que quiera estar con Él. Me acompaña y me ayuda, me quiere y no me hace daño. No me deja solo cuando más lo necesito si le sé descubrir en sus cosas. Y es quien me lleva de la mano hasta el final si me dejo y le quiero responder a su amistad.

d) Dios es mi mejor maestro y el mejor profesional con quien puedo trabajar. Porque me enseña el camino bueno, el camino del bien y de las buenas acciones; dio su vida precisamente para que tomara las mejores lecciones vividas por el mismo Maestro. Y es Aquél cuyo plan, cuya construcción y “empresa” -la Iglesia-, no se cae nunca y da trabajo para todos, porque todos tenemos que ver con Él. Y es ahí donde Él nos garantiza la mejor obra para mi vida y la mejor planificación y construcción que pueda aportar en la vida de los demás.

e) Dios es aquél que me habla incluso en mis momentos de soledad y de duda, de descanso y alegría. Va conmigo. Puedo dejarle que sea mi sostén y a través de la conciencia me va indicando lo que necesito hacer o he de evitar en la vida. En lo más íntimo de mí. También Él está de mi lado para guiar mis comportamientos y tomar las mejores decisiones para mi vida y de cuantos dependen o tengan que ver conmigo. La voz de Dios es mi conciencia. Es la menor y más segura brújula que va conmigo toda mi vida.

f) Dios también se refleja en cada persona, conocida o no. A veces es la mejor manera de descubrirle. En los rostros, en las miradas, en las acciones (su presencia o ausencia). En los niños, los jóvenes y los ancianos, en los necesitados y pobres, como en las residencias y hogares. En cada persona con quien me cruzo, Dios me mira, Dios me habla, Dios me sigue. Si lo sé descubrir, habré entendido por qué soy quien soy, hago lo que hago y vivo como vivo. Pues en los demás tengo la oportunidad de hacer el bien o de ser egoísta porque “lo que hicieras con uno de ellos, conmigo lo hiciste”.
 
Así pues, éste es Dios y así es Dios, en un breve resumen que puede cerrar la serie de las columnas necesarias para mi vida. En realidad, hemos abarcado la totalidad de elementos y personas claves que delimitan y conforman nuestra existencia. Más que una lista, es un esquema de afrontar mi vida. Precisamente quise dejar a Dios y sus “cosas” para el final, pues aunque podríamos haberlo colocado el primero, no hubiéramos logrado captar bien, sin prejuicios, cada una de las columnas.
 
Termino con una reflexión acerca del provecho de tener a Dios en la base de mi vida. Podría no haber escrito lo anterior, pero ya que lo escribí lo digo con más gusto. Él mejor motivo y la mayor razón de tener a Dios y hacerlo parte de mi vida es haber hecho la experiencia, y en concreto la experiencia de alguien que te quiere y quiere acompañarte. Cada columna puede resumirse en la misma palabra: AMOR. Por amor se engendra una vida, por amor se vive en familia; con cariño tengo quienes me apoyan en la vida, con ilusión y amor me preparo y formo en la vida; por amor y con entrega cumplo mejor mis obligaciones y me preocupo por los demás.
 
Si puedo resumir a Dios en una palabra, ésa es AMOR. Por eso nos conviene tenerlo de nuestra parte y a nuestro lado, y con Él la vida tiene garantía de prosperidad, porque su AMOR contagia mi vida y de cuantos están a mi lado. Por ello, bien vale tener a Dios con nosotros y mejor dicho, bien vale la vida compartirla con Él.

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