Siendo la Fe el Don (regalo) esencial y necesario para entender, acoger y vivir junto con Dios nuestra vida, experimentamos tantas veces que "no nos alcanza", debido a nuestra forma de ser (cualidades y defectos), aciertos y errores, pecados y vicios. Todo esto entra en el menú de la vida; por ello Dios pensó completar su acción y darnos las herramientas necesarias: las virtudes teologales. La Fe nos marca el camino; la esperanza -confianza- nos sostiene en este camino. Veamos cómo.
No se da -ni comparte- lo que no se tiene, es cierto. Hemos recibido la Fe pero no la usamos, no la ejercitamos o nuestros actos no corresponden a lo que decimos o rezamos. ¿Por qué? Si sabemos lo agraciados que somos, ¿por qué tantas caídas y errores? ¿Por qué no somos capaces de mejorar? Ante estas y otras preguntas, Dios responde y actúa regalándonos otra herramienta, otra virtud, otra gracia, para solucionar este problema: la Esperanza. Esta virtud teologal tiene su razón de ser en el acompañamiento que Dios nos brinda en nuestro camino de vida de inicio a fin, pase lo que pase, independientemente cómo sea o me comporte. Esta presencia, este acompañamiento, dependerá del espacio que yo le deje en mi vida y de la frecuencia con que lo haga. Yo le llamo el “click” entre Dios y yo, el enlace o repercusión de esta relación en mi vida.
1. Dios quiere acompañarme en el camino de mi vida. Y lo hace de muchas formas, a veces más vistosas y otras veces más sutiles, pero ahí está. Yo le llamo la “cadena de encuentros” que permiten y suscitan esta relación, este acompañamiento y presencia de Dios y su acción en nuestra vida cotidiana. ¿Cómo se aprecia? Sobre todo en tres facetas: la salud (click vital), las personas que me quieren (click afectivo) y las decisiones que tomo (click resolutivo).
- El “click” vital: es el más visible, el más codiciado y el más controvertido. Porque así como agradecemos estar sanos y tirando adelante lo mejor que se puede, también maldecimos nuestros días cuando las enfermedades y problemas físicos achacan nuestra existencia. En unos y en otros, día a día, con mayor o menor consciencia, Dios permite que sigamos adelante. Nuestra salud es, por más que digamos, frágil, susceptible a infinidad de factores y de relativa duración respecto a cuanto quisiéramos. Aun así, día a día, minuto a minuto, estés como estés, Dios no te deja solo, te acompaña si estás sano o enfermo, en la cama o comiendo, viendo la televisión o trabajando. Estemos atentos porque cada día tenemos muchas oportunidades para hacer “click” con Dios a través de nuestra salud.
- El "click" afectivo: es el más sensible y más utilizado, porque tiene que ver con las personas que he dejado entrar en mi vida y en mi corazón. La propia familia, pareja o futura esposa, los hijos y aquellos amigos que lo son de verdad hasta el final, han ocupado y ocupan un espacio enorme en mi tiempo, pensamientos y acciones. Me duele o me alegra lo que les pasa, me preocupo por ellos, sacrifico lo que sea para ayudarles, etc. Todo ello es reflejo del cuidado y la cercanía de Dios en nuestra vida, que no nos deja solos, y que por este “click” busca concretar nuestra realización como seres humanos.
- El "click" resolutivo: es quizá el menos visible, menos sensible, pero más consultado y codiciado, porque tiene que ver con las respuestas más importantes de nuestra existencia: nuestras decisiones. Tiene que ver con nuestra forma de ser racional y reflexiva, y entran en juego 2 elementos por los que Dios se manifiesta, que son nuestros pensamientos y nuestra conciencia. Es en este espacio interior donde mejor podemos escuchar la voz de Dios y percibir el eco del bien y del mal, de lo que puedo y lo que no puedo, de lo que es justo o lo que no. Este “click” es el preferido de Dios muchas veces, porque busca que le demos un lugar real y concreto en el cónclave de nuestras decisiones, para que resolvamos y decidamos de la mejor manera posible y encaucemos mejor nuestra felicidad y realización.
2. Estos “clicks” son como chispas que suscitan una respuesta, que yo llamo enlace. Y este enlace, que siempre dependerá del espacio y frecuencia que yo deje (la confianza que yo tenga) se traducen en madurez personal y en experiencia personal de Dios. Veamos cómo.
- Madurez personal: los acontecimientos de la vida y las personas que se cruzan en ella, provocan una respuesta. Esta respuesta, que llamo enlace humano, es personal porque eres tú quien la tiene y quien la debe afrontar. Está de moda hablar de autoestima y de superación personal, pues bien, son palabras técnicas huecas si tú no te conviertes en protagonista de la película de tu vida. Sea por asuntos de salud, de amor, de trabajo, de familia, de ocio, etc, tu respuesta personal necesita ser adecuada a tu edad, tu periodo de vida (estudiante, hijo, padre, trabajador) y los deberes y responsabilidades que de ellos se deriva. A esto le llamamos madurez personal. Nadie puede responder por ti ni hacerlo por ti. Es tarea personal. Una persona madura camina por la vida con paz, tranquilidad y buen ánimo; se le nota hasta en la sonrisa. Por el contrario, una persona que adelanta o acorta procesos y responsabilidades, prueba de todo y quiere todo al mismo tiempo, está cosechando su propio fracaso y se acerca a posibles desastres, no es feliz y su rostro delata intranquilidad y frustración por momentos. Por eso, ¡¡¡confía!!! Abre espacio para que Dios entre y te ayude, junto con las personas adecuadas, a ser una persona cabal, coherente y madura. Te irá mejor y lograrás mejor tus objetivos.
- Experiencia personal de Dios: este enlace es clave y vital. Lo humano, de por sí, es insuficiente, porque parte de situaciones y actuaciones que limitadas. Por eso vale la pena que nos “echen un cable desde arriba”. La Fe, lo veíamos anteriormente, nos posibilita y cualifica para relacionarnos con Dios; por este enlace nos llega luz, paz, las respuestas adecuadas, las palabras acertadas, las acciones más oportunas. La experiencia personal de Dios parte de darme cuenta, por los “clicks” antes mencionados, entre otros, de que mi existencia no tiene sentido ni funciona sin apoyo de lo alto, sin intervención de quien permite que esto “funcione”. De aquí surge este enlace personal, permitiéndonos mayor alcance y amplitud de miras, mejor actitud para afrontar las problemáticas cotidianas y, sin duda, nos guiará mejor para tomar acertadas y sensatas decisiones.
La Esperanza teologal nos ubica en el hoy de nuestra vida, sin perder de vista el mañana y teniendo en cuenta el ayer. Es la brújula en el camino y el faro de nuestro horizonte que nos orienta hacia la meta, nuestra verdadera VIDA. Además, me permite asegurar que mis decisiones y acciones sean más acertadas. Y lo que es más importante, me hace más completo, más fuerte y más feliz. Podré pasar por una amplia gama de situaciones en la vida, pero nunca iré solo, porque sé que voy con Él. Y si yo quiero, podré verle en cada acontecimiento, ser paciente cuando se necesite, soportar lo que venga y disfrutar lo que consiga. Déjale espacio a Dios, aprende a confiar en Él y pídele ayuda para no equivocarte en el camino de tu vida. Haz “click” con Él y enlaza adecuadamente para no perderte y llegar hasta el final.
Comentarios