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Saber SOÑAR y saber SUFRIR para saber TRIUNFAR

Tres diferentes formas de saber: soñar, sufrir, triunfar
Dos objetivos a alcanzar: realizarse y ser feliz 
Una misma enseñanza: dejar huella


Les comparto una reflexión que, siendo muy personal, puede servir a muchos más. Va dirigida a quienes somos aún jóvenes en el cuerpo y para quienes nos esforzamos en mantenernos jóvenes también en el espíritu. Puede ser más útil para quienes están al inicio de su carrera universitaria o en los primeros pasos de una etapa diferente en su vida. En definitiva, lo ofrezco a cuantos sentimos y queremos dejar la mejor huella posible con nuestras vidas. 

Según corren los años, entre la vida académica, familiar, profesional y social, se pasa de la así llamada "etapa de los sueños" para dar paso a la etapa de las decisiones y las realizaciones. Por eso quiero hablarles de dos palabras que, por decirlo así, resumen lo vivido y expresan mejor lo que se necesita para enfrentar y sacar adelante los retos que en adelante se proponen: Saber soñar y saber sufrir. 

Lo expreso así: no se gana lo que no se lucha, como tampoco no se lucha lo que no se valora, y no se valora lo que no se quiere y pretende querer en la vida. Ese querer yo lo llamo saber soñar, porque es de sabios saber soñar, plantearse retos y metas a las que aspiro llegar y alcanzar. La vida contempla un continuo abanico de posibilidades. No corramos tan rápido por la vida sin antes agradecer lo que han hecho por nosotros y examinar lo que hemos hecho por otros. Necesitamos experimentar lo valiosos que somos y al mismo tiempo lo necesitados que estamos de la valía ajena que nos involucra y nos relaciona con los demás. Por eso somos al mismo tiempo privilegiados y necesitados. Los sueños nos motivan a valorar lo que somos y tenemos para alcanzar aquello que necesitamos. 

Tanto la educación como la formación que cada uno ha recibido nos ayuda a capacitarnos para saber soñar, y soñar en grande. Una frase de Gabriel García Márquez ilustra muy bien esto: “No es verdad que la gente deje de perseguir sus sueños porque sean mayores; se hacen mayores porque dejan de perseguir sus sueños”. Así que no perdamos el tiempo. Aprendamos cada día a saber soñar y perseguir nuestros sueños, porque no hay persona que no se lo merezca. Urge más gente que sepa soñar y alcance logros y metas en beneficio de tantos, siendo primeramente ejemplo vivo de cuanto hace. Valoremos lo que somos y tenemos. Somos unos privilegiados. Saquemos adelante aquellos proyectos de vida que queremos, con realismo y en respeto de quienes nos rodean. Nuestras familias, la sociedad y hasta el mismo Dios esperan nuestra respuesta. 

La otra palabra no es menos importante. El realismo de la vida nos tiene que hacer ver que los proyectos cuesta alcanzarlos. Y siendo realista, considero que gran parte del esfuerzo para alcanzar nuestras metas pasa por lo que yo le llamo saber sufrir. Conocemos ejemplos de fracasos de personas conocidas o cercanas. Es más fácil fracasar que triunfar. La vida da vueltas y nos da golpes, buscados, queridos o inesperados. Si no sabemos sufrir, la palabra fracaso y la actitud de derrota resumirán nuestras vidas. Por eso, sepamos sufrir, no rehuyamos del sacrificio que nos exija tanto la etapa de vida que toca vivir como las consecuencias que de ello se deriven. 

Para mi, saber sufrir es entender que no voy solo en la vida, que tengo un ejemplo a seguir, Jesús, que clavado en la cruz me dice que sí se puede vencer lo adverso de la vida. Saber sufrir me hace tener los pies en la tierra para alejarme de lo que me estorba para sacar adelante mis sueños o proyectos de vida. Saber sufrir es acercarse a Dios y no separarme de Él ante las tentaciones del egoísmo y materialismo que nos invade. No lo dudemos, no nos dejemos asfixiar por los placeres y por la comodidad. Sepamos disfrutar esta vida, pero no dejemos de ser realistas; sepamos sufrir. Puedo asegurarles que no solo alcanzaremos nuestros sueños, sino que nos realizaremos y seremos felices, y así haremos felices a otros y al mismo Dios con nuestras vidas. 

Termino esta reflexión con una frase que quizá muchos ya conozcan o hayan escuchado. Es de Edmund Burke (escritor, filósofo y político del s. XVIII), considerado padre del liberalismo conservador británico. Dice así: ¨Para que el mal triunfe, solo es necesario que los buenos no hagan nada¨. Tiene toda la razón. Saber soñar y saber sufrir nos permitirán alcanzar nuestras metas, y lo que es más importante, podremos realizarnos y ser felices contribuyendo a que las cosas buenas, los buenos valores y las buenas acciones triunfen sobre los terribles cánceres y lacras sociales que nos golpean. 

Estoy seguro que la gran mayoría, sino todos, no queremos ser perdedores en la vida, sino tratar de dar sentido a lo que hacemos y somos, dejando huella y aportando con nuestras vidas algo que valga la pena. Les pido que no dejemos que el mal nos gane. No dejemos que triunfe el corrosivo mal del egoísmo y de la superficialidad. Sepamos soñar, sepamos sufrir y sepamos ser realmente felices y realizados. No nos olvidemos de caminar por la vida con quien supo no solo soñar y sufrir, sino que supo triunfar y darle a la humanidad un sentido pleno para vivir: Cristo. Cuando vean una cruz, cuando toquen una cruz, recuerden, y ojalá les anime a saber soñar, saber sufrir y saber triunfar.

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