Recordemos la regla que comentábamos acerca de los asuntos personales que tienen que ver con los comportamientos, que dice así: las excusas solo dan problemas, donde siempre pierden las personas y ganan sus egoísmos, demostrando así la inmadurez de los sujetos. Existe una locución latina medieval que es muy semejante en este contexto, que dice: "Excusatio non petita, accusatio manifesta" (en modo literario: el que se excusa, se acusa) En cualquiera de los casos, tener y mantener una relación de noviazgo con otra persona necesita buenas razones, no solo bonitas excusas. La gran diferencia entre razón y excusa radica en que la primera está valorada y ponderada objetivamente y en bien mutuo; la segunda está motivada por el egoísmo, de manera muy subjetiva y en beneficio propio.
Ahora consideremos la segunda "excusa" que a mi juicio resulta más grave que la primera, ya vista anteriormente. Si bien la búsqueda de compañía para no estar solo o para tener ratos de disfrute personal a cuenta de otra persona está desubicado, esta segunda excusa es mucho más refinada, pero también más sutil y peligrosa. Se trata de la burda, absurda y barata justificación de decisiones y comportamientos personales en base a la dramatización victimaria de la propia vida. Yo le llamo a esta situación paliativos para resolver problemas de valía personal. Comúnmente esta valía personal es denominada "autoestima". En esta reflexión preferiré usar el término "valía personal", pues abarca más elementos de análisis personal.
La excusa de la falsa Autoestima:
Compartir la vida con alguien como paliativo para resolver problemas de valía personal.
¿Qué es un paliativo? El origen de este vocablo tiene que ver con la acción de tapar, y literalmente significa "envolver con un paño". Hoy podemos buscar un buen significado en "refuerzo externo", aludiendo a aquello que toma protagonismo respecto a cuanto se estaba haciendo o practicando. Un elemento "extra", que suaviza, atenúa, aminora o amortigua los efectos de algo, como así sucede en la medicina. Pues bien, en el ámbito de los comportamientos en general y en la relación de pareja en particular, existen esta especie de "paliativos" muy cualificados que irrumpen en las maneras de ser y pensar de uno o ambos individuos, debilitando la razón y confundiendo el corazón,
Hablar de la autoestima puede llevar a leer una biblioteca entera para conocer diferentes significados. En el tema que aquí tratamos nos alcanza considerar la autoestima como "aprecio o consideración que uno tiene de sí mismo". Ahora bien, es tan subjetivo este aspecto, que en una relación de pareja no podemos hablar de "autoestima conjunta o de pareja" porque los parámetros personales son diferentes. Por eso, quien justifica dicha relación de pareja basada en tenerla como paliativo personal para evitar enfrentarse a sí mismo y sus propias decisiones, está cometiendo un craso error y un tremendo abuso sobre la otra persona.
Al reflexionar en la anterior "excusa", la de la compañía temporal o parcial, mencionaba que una de las principales causas estaba en el miedo a enfrentarse a uno mismo. Aquí, el argumento sigue una línea parecida, derivada en tres problemáticas interiores de la persona que buscan soluciones para "salir al paso", sin actuar con carácter definitorio, provocando una especie de "chapuza" o arreglo mientras dure o se mantenga. Repasemos estas problemáticas.
a) Inseguridad emocional y/o afectiva:
Se ve la relación en sí misma y su mantenimiento como vía de escape personal -o conjunta- para permitirse individual o conjuntamente determinadas acciones sin tener que pedir explicaciones a otros, creyéndose así valedores de una plena libertad. Podríamos decir que "lo que no puedo hacer sólo, en pareja se me cumple". Valientes por fuera pero tremendamente débiles por dentro. La falta de protagonismo familiar o personal en casa, escuela o social lleva muchas veces a compensarlo en la relación afectiva o sexual con otra persona que sí lo valore, entienda o aguante. Esta compensación confunde la relación, haciéndola vehículo indiscutible del aparente éxito personal.
Con el paso del tiempo, esta "golosina" afectiva o emocional lo alejará aún más, pues su encerramiento asfixiante le conducirá a una más que probable fractura interior. Una pareja que vive en estas condiciones sufre mucho, con probables y continuos malentendidos, violencia verbal o física, escasos planes de futuro y mucha dependencia o abuso emocional-sexual. Poca apertura y escasa petición de ayuda. Con el tiempo, una más que posible tragedia.
b) Dependencia insana de otras personas o de ciertas cosas que esas personas posean:
Aquí entramos en el tema de los famosos apegos. La imagen del chicle es elocuente y ejemplifica muy bien esto. Las personas tenemos gustos, preferencias, estilos e inclinaciones racionales diferentes. Los seres humanos nos vinculamos -y nos apegamos- a diferentes cosas y personas. También sucede en una relación de noviazgo. Esta o aquella persona me atrae, me gusta, etc. Y la vinculación entre ambos que se genera puede verse como una propiedad, preferencia o gusto, aferrándose a la otra persona como la razón y solución de estos gustos o caprichos. Se trata de una dependencia, sí, pero insana, pues no ve a la otra persona más allá de cuanto satisface sus inclinaciones emocionales, entre otras cosas. También se da el caso, muy común, de apegarse -aferrarse contundentemente- a otra persona no por lo que ella es o representa, sino por lo que tiene (atributos físicos, económicos, algún objeto, etc). Se está con esa persona por lo que ella puede ofrecerme. Claro, esto no se dice, por miedo a perder esta relación, pero su comportamiento dista de ser sincero, abierto y no solo a golpe de sentimiento.
Los apegos emocionales o sentimentales deforman aquello que quiero o deseo, creando un vínculo artificial que justifica toda acción para mantenerlo. Alimenta, además, una falsa nube de sueños propios o conjuntos muy alejada de su realidad, pues ni sabe o tiene los medios para cumplirlos, ni cuenta con la otra persona para decidir sobre ellos. Pero,eso sí, no renuncia a la relación porque se le caerían todos los castillos en el aire que ha construido. Esas falsas excusas de autoestima lo que hacen es crear una careta, una máscara que impide ver la realidad personal e interior. El quedar bien, la imagen y las buenas formas no son suficientes, no convencen, no sirven, no cuelan y sin embargo, destruyen los sentimientos, frustran las decisiones de vida y alejan a las personas, que por un cariño o interés inicial de vivir juntos, se torna en fracaso y ruptura sin remedio.
Hablar de la autoestima puede llevar a leer una biblioteca entera para conocer diferentes significados. En el tema que aquí tratamos nos alcanza considerar la autoestima como "aprecio o consideración que uno tiene de sí mismo". Ahora bien, es tan subjetivo este aspecto, que en una relación de pareja no podemos hablar de "autoestima conjunta o de pareja" porque los parámetros personales son diferentes. Por eso, quien justifica dicha relación de pareja basada en tenerla como paliativo personal para evitar enfrentarse a sí mismo y sus propias decisiones, está cometiendo un craso error y un tremendo abuso sobre la otra persona.
Al reflexionar en la anterior "excusa", la de la compañía temporal o parcial, mencionaba que una de las principales causas estaba en el miedo a enfrentarse a uno mismo. Aquí, el argumento sigue una línea parecida, derivada en tres problemáticas interiores de la persona que buscan soluciones para "salir al paso", sin actuar con carácter definitorio, provocando una especie de "chapuza" o arreglo mientras dure o se mantenga. Repasemos estas problemáticas.
a) Inseguridad emocional y/o afectiva:
Se ve la relación en sí misma y su mantenimiento como vía de escape personal -o conjunta- para permitirse individual o conjuntamente determinadas acciones sin tener que pedir explicaciones a otros, creyéndose así valedores de una plena libertad. Podríamos decir que "lo que no puedo hacer sólo, en pareja se me cumple". Valientes por fuera pero tremendamente débiles por dentro. La falta de protagonismo familiar o personal en casa, escuela o social lleva muchas veces a compensarlo en la relación afectiva o sexual con otra persona que sí lo valore, entienda o aguante. Esta compensación confunde la relación, haciéndola vehículo indiscutible del aparente éxito personal.
Con el paso del tiempo, esta "golosina" afectiva o emocional lo alejará aún más, pues su encerramiento asfixiante le conducirá a una más que probable fractura interior. Una pareja que vive en estas condiciones sufre mucho, con probables y continuos malentendidos, violencia verbal o física, escasos planes de futuro y mucha dependencia o abuso emocional-sexual. Poca apertura y escasa petición de ayuda. Con el tiempo, una más que posible tragedia.
b) Dependencia insana de otras personas o de ciertas cosas que esas personas posean:
Aquí entramos en el tema de los famosos apegos. La imagen del chicle es elocuente y ejemplifica muy bien esto. Las personas tenemos gustos, preferencias, estilos e inclinaciones racionales diferentes. Los seres humanos nos vinculamos -y nos apegamos- a diferentes cosas y personas. También sucede en una relación de noviazgo. Esta o aquella persona me atrae, me gusta, etc. Y la vinculación entre ambos que se genera puede verse como una propiedad, preferencia o gusto, aferrándose a la otra persona como la razón y solución de estos gustos o caprichos. Se trata de una dependencia, sí, pero insana, pues no ve a la otra persona más allá de cuanto satisface sus inclinaciones emocionales, entre otras cosas. También se da el caso, muy común, de apegarse -aferrarse contundentemente- a otra persona no por lo que ella es o representa, sino por lo que tiene (atributos físicos, económicos, algún objeto, etc). Se está con esa persona por lo que ella puede ofrecerme. Claro, esto no se dice, por miedo a perder esta relación, pero su comportamiento dista de ser sincero, abierto y no solo a golpe de sentimiento.
Los apegos emocionales o sentimentales deforman aquello que quiero o deseo, creando un vínculo artificial que justifica toda acción para mantenerlo. Alimenta, además, una falsa nube de sueños propios o conjuntos muy alejada de su realidad, pues ni sabe o tiene los medios para cumplirlos, ni cuenta con la otra persona para decidir sobre ellos. Pero,eso sí, no renuncia a la relación porque se le caerían todos los castillos en el aire que ha construido. Esas falsas excusas de autoestima lo que hacen es crear una careta, una máscara que impide ver la realidad personal e interior. El quedar bien, la imagen y las buenas formas no son suficientes, no convencen, no sirven, no cuelan y sin embargo, destruyen los sentimientos, frustran las decisiones de vida y alejan a las personas, que por un cariño o interés inicial de vivir juntos, se torna en fracaso y ruptura sin remedio.
c) La insatisfacción de la propia vida:
Quizá ésta sea de las tres la peor y más grave y común en una relación de noviazgo -o matrimonio- no suficientemente enraizada en sólidas bases mutuas. Esta problemática es evidente por fuera y profunda por dentro. Las circunstancias y situaciones de la vida, incluso ajenas a uno o a la pareja, golpean con fuerza las bases que los mantienen unidos, y un mal manejo de estas situaciones suele provocar un bloqueo personal estructural. Es decir, se echa el freno a lo que se piensa y quiere de uno mismo y en pareja para desconfiar prácticamente de todo. Se le echa la culpa a prácticamente todo y todos, comenzando por uno mismo, En las mujeres este sentimiento es aún más fuerte ante la traición o infidelidad de su pareja, por ejemplo. Se pierde la objetividad y el realismo de los hechos y se fía solo de las intuiciones, que suelen ser en estos casos malas consejeras.
Cuando la vida pierde su sabor, las prioridades personales se rinden al mejor postor. Se confunden los hechos con las justificaciones, negándose a uno mismo o a otros para contentarse a uno mismo. Es un efecto dominó: "yo no hice bien las cosas, luego soy estúpido(a), luego perdí el tiempo, luego..." Y así la cadena puede continuar, siempre en caída, y puede llegar muy abajo. Las insatisfacciones vacían nuestra capacidad de entender y querer, liberan las sensaciones y sentimientos más bajos del ser humano, frenan los estímulos positivos y de reacción, hunden expectativas personales, aíslan de los demás. En fin, todo a favor de derrumbar los cimientos personales.
En estos casos se justifica hasta cierto punto que estas personas tengan "autoestima baja". Pero es muy sutil la trampa. Si para paliar o desahogar mis fracasos personales me aferro a disponer de alguien que sirva de paño de lágrimas para descargar emocionalmente mis frustraciones, y solo la tenga para esto, comete un grave error. La pareja tiene esta faceta de ser en ocasiones bombero, paño de lágrimas, etc, claro. Pero no es ni por asomo la función de una pareja en la vida. Digo que es sutil porque tiene que ver y es parte de la relación entre dos personas en el noviazgo y matrimonio. Pero se confunden los roles, haciendo del otro(a) un prestador de servicios puntuales según el estado anímico del sujeto en cuestión, o de ambos si fuera el caso. Digo que es sutil también porque las bases de su unión dependen más de lo que pasa en el exterior que de lo que ambos son y aportan como personas. Alguien puede pasarlo mal, por supuesto, pero se le ayuda y se le orienta y se le levanta. La vida tiene las dos caras: la alegre y positiva, y la difícil y complicada de las derrotas y sinsabores. En unas y en otras se aprende a ser dueños de sí mismos, ver la realidad con mayor objetividad y ante la debilidad de uno la respuesta complementaria del otro.
Quizá ésta sea de las tres la peor y más grave y común en una relación de noviazgo -o matrimonio- no suficientemente enraizada en sólidas bases mutuas. Esta problemática es evidente por fuera y profunda por dentro. Las circunstancias y situaciones de la vida, incluso ajenas a uno o a la pareja, golpean con fuerza las bases que los mantienen unidos, y un mal manejo de estas situaciones suele provocar un bloqueo personal estructural. Es decir, se echa el freno a lo que se piensa y quiere de uno mismo y en pareja para desconfiar prácticamente de todo. Se le echa la culpa a prácticamente todo y todos, comenzando por uno mismo, En las mujeres este sentimiento es aún más fuerte ante la traición o infidelidad de su pareja, por ejemplo. Se pierde la objetividad y el realismo de los hechos y se fía solo de las intuiciones, que suelen ser en estos casos malas consejeras.
Cuando la vida pierde su sabor, las prioridades personales se rinden al mejor postor. Se confunden los hechos con las justificaciones, negándose a uno mismo o a otros para contentarse a uno mismo. Es un efecto dominó: "yo no hice bien las cosas, luego soy estúpido(a), luego perdí el tiempo, luego..." Y así la cadena puede continuar, siempre en caída, y puede llegar muy abajo. Las insatisfacciones vacían nuestra capacidad de entender y querer, liberan las sensaciones y sentimientos más bajos del ser humano, frenan los estímulos positivos y de reacción, hunden expectativas personales, aíslan de los demás. En fin, todo a favor de derrumbar los cimientos personales.
En estos casos se justifica hasta cierto punto que estas personas tengan "autoestima baja". Pero es muy sutil la trampa. Si para paliar o desahogar mis fracasos personales me aferro a disponer de alguien que sirva de paño de lágrimas para descargar emocionalmente mis frustraciones, y solo la tenga para esto, comete un grave error. La pareja tiene esta faceta de ser en ocasiones bombero, paño de lágrimas, etc, claro. Pero no es ni por asomo la función de una pareja en la vida. Digo que es sutil porque tiene que ver y es parte de la relación entre dos personas en el noviazgo y matrimonio. Pero se confunden los roles, haciendo del otro(a) un prestador de servicios puntuales según el estado anímico del sujeto en cuestión, o de ambos si fuera el caso. Digo que es sutil también porque las bases de su unión dependen más de lo que pasa en el exterior que de lo que ambos son y aportan como personas. Alguien puede pasarlo mal, por supuesto, pero se le ayuda y se le orienta y se le levanta. La vida tiene las dos caras: la alegre y positiva, y la difícil y complicada de las derrotas y sinsabores. En unas y en otras se aprende a ser dueños de sí mismos, ver la realidad con mayor objetividad y ante la debilidad de uno la respuesta complementaria del otro.
No pretendo elaborar un compendio de errores y subterfugios en la vida de pareja, porque podemos escribir enciclopedias sobre estos temas. Aquí refiero de la experiencia personal y del trabajo con las personas hechos y realidades a los que tratamos de objetivar causas de fondo para ajustar y mejorar las herramientas en la forma. La vida en pareja tiene su encanto, su ritmo, su música; aprender a ser protagonista de esta música es apasionante, y a la vez complicado. Una pareja estable, feliz y realizada tiene su precio. Aprendamos a trabajar y mejoremos cada día nuestra forma de amar; evitaremos muchos problemas y creceremos como personas que, con maneras diferentes de ser son capaces de vivir los retos de cada día con confianza y optimismo.
Comentarios