Quedaba en el tintero la tercera parte de esta trilogía sobre el noviazgo. Los cuatro verbos anteriormente expuestos buscan orientar y encauzar una verdadera decisión vital y experiencial en vistas a definir la vida con otra persona, y esto de manera perdurable y fructuosa. Pero claro, como en todo, la moneda tiene dos caras, y la relación en un noviazgo tiene una meta: el matrimonio. No existe el noviazgo eterno, aunque sí es aconsejable ejercitar en el matrimonio lo que en el noviazgo se trabajó y experimentó positivamente. Enamorarse inicia, mas no termina en el noviazgo, y de su reciclaje cotidiano dependerá la perseverancia de un matrimonio, sopena de claudicar con el tiempo lo que en un inicio "marchaba sobre ruedas".
Ahora bien, en el seguimiento y acompañamiento de parejas, novios o casados, sigo encontrando expresiones, quejas, culpas y acciones que tienen como filón dos cavidades u hoyos enormes por donde se "cuelan" estas situaciones que, no trabajadas, causan muchos rompimientos a mediano y largo plazo. Yo las llamo excusas, porque no dejan ver la claridad de lo que une o lo que se quiere unir, y además usurpan la centralidad de la persona, haciendo que los motivos o razones que unen a ambas personas se cambien por aspectos y circunstancias egoístas y pasajeros, truncando así un posible futuro juntos o ralentizando los procesos personales y de pareja.
En este espacio veremos la primera de estas excusas. Pero primero tengamos en cuenta una regla interna, importante en estos temas. Y es esta: las excusas solo dan problemas, donde siempre pierden las personas y ganan sus egoísmos, demostrando así la inmadurez de los sujetos. Revisaremos con agilidad qué futuro puede acaecer cuando las batallas afectivas se libran predominantemente de forma egoísta. Esperando que estas reflexiones puedan arrojar luz sobre la toma oportuna de decisiones en cada momento.
Ahora bien, en el seguimiento y acompañamiento de parejas, novios o casados, sigo encontrando expresiones, quejas, culpas y acciones que tienen como filón dos cavidades u hoyos enormes por donde se "cuelan" estas situaciones que, no trabajadas, causan muchos rompimientos a mediano y largo plazo. Yo las llamo excusas, porque no dejan ver la claridad de lo que une o lo que se quiere unir, y además usurpan la centralidad de la persona, haciendo que los motivos o razones que unen a ambas personas se cambien por aspectos y circunstancias egoístas y pasajeros, truncando así un posible futuro juntos o ralentizando los procesos personales y de pareja.
En este espacio veremos la primera de estas excusas. Pero primero tengamos en cuenta una regla interna, importante en estos temas. Y es esta: las excusas solo dan problemas, donde siempre pierden las personas y ganan sus egoísmos, demostrando así la inmadurez de los sujetos. Revisaremos con agilidad qué futuro puede acaecer cuando las batallas afectivas se libran predominantemente de forma egoísta. Esperando que estas reflexiones puedan arrojar luz sobre la toma oportuna de decisiones en cada momento.
La excusa Físico-emocional:
Buscar y tener solo una compañía temporal o parcial.
Pensar que un noviazgo -entendido éste según los verbos tratados anteriormente- pueda reducirse a una compañía o convivencia física o sentimental, por más agradable y placentera que pueda resultar, resultará un suicidio existencial a corto, mediano y largo plazo. Entre otras razones, porque al otro(a) se le sitúa en un nivel distinto al propio, es decir, a nivel de usuario compartido. Expliquemos esto.
Tener compañía es tan humano como tantas otras necesidades, aunque en distintos niveles. Se basa en la necesidad humana y personal de relacionarse con nuestros semejantes, generando vínculos y lazos especiales. En el mundo afectivo, la compañía enlaza las personas con esos vínculos. La cuestión es quedarse en el medio y no avanzar al fin. Equiparar o confundir el noviazgo con tener una compañía temporal o parcial con alguien sin una motivación más allá del mero estar juntos, sin ningún compromiso por ambas partes o solo por una de ellas, no solo es erróneo sino destructivo.
¿Por qué? Porque se confunde estar con tener y vivir. El estar con alguien no genera "derechos" sobre esa persona; es más, da la impresión de usar a esa persona pretendiendo que el "estar" sea el precio que la otra persona "pague" por esa necesidad egoísta de tenerlo. Se ve al "novio(a) como parte del disfrute personal, del ocio y aprovechamiento del tiempo, y no como un otro igual que yo. Es muy sutil, pero ver a los demás como parte y no como igual es el comienzo de una relación dañina y perjudicial, porque la base de esa relación es la cómoda y placentera reciprocidad física. Escarbando un poco más, emocionalmente se sufre mucho, pues sentirse usado(a) por alguien, no avanzar y dejar de crecer como personas, desilusiona mucho, abate la personalidad, confunde, frustra y termina por alejarse, porque lo bonito de la compañía física se torna en alejamiento y rechazo interno y temperamental.
Dos causas de esta confusión física-emocional:
a) El más importante, a mi parecer, es el miedo personal a enfrentar la propia vida y tomarla como es, con sus retos y dificultades. Este miedo e inseguridad genera un repliegue personal a modo de escudo, que "protege" al individuo de incursiones ajenas. Este escudo o filtro pone candados a ciertas estancias interiores, impidiendo que alguien pueda conocer de verdad la propia manera de ser. En una relación afectiva, la falta de claridad y sinceridad daña la confianza y, de no haber mejoras, frustra todo intento de romper las barreras emocionales, precisamente porque los miedos atenazan los comportamientos, nublando la razón y enfriando el corazón.
El principal miedo que acosa nuestra inteligencia y la manera de querernos y querer a otras personas es la soledad personal (física y emocional). Las personas que sufren de esta soledad tratan de compensarla buscando en otras personas -una o varias- el remedio que cure la anomalía propia y satisfaga los planes personales. Impide salir de uno mismo y darse a conocer con sinceridad.
b) Otra causa importante es la inmadurez afectiva personal, Confundir o conformarse con "tener" a alguien suena a propiedad, a objeto, a mercancía, incluso si ambos sujetos lo acordaran. La falta de valoración de las personas como realmente son, objetivamente, hace acomodarlas a la manera de ser personal, conformándose con el contacto físico y sexual predominantemente, pero no solo. Esta inmadurez afectiva se denota en aspectos como la dependencia material o sentimental de otras personas, la evasión de responsabilidades propias, familiares o sociales por estar con alguien y en desajustes psicológicos derivados de la falta de dominio personal compensados por el área sexual.
Las múltiples manifestaciones de inmadurez dan pie a otros múltiples comportamientos inmaduros. Sin embargo, la manifestación más dañina de esta inmadurez, a mi entender, es el ansia desenfrenada y desmedida del disfrute y placer: esa terrible obsesión instintiva de satisfacerse y aprovecharse del físico de otros, sea por mero interés sensible como por acuerdo mutuo en función de beneficios, económicos, profesionales o simplemente por placer venéreo. Este desajuste emocional basado en las sensaciones instintivas hace sumamente dependiente y esclavo al individuo, sumergiéndolo en la inconsciencia, el abuso emocional ajeno y el alejamiento social progresivo.
Esta "excusa" de lo que no es el noviazgo, porque tampoco es una relación sana y provechosa tanto individual como en pareja, es muy común en los adolescentes y jóvenes, incluso en edades más allá de los treinta años. Bien por lagunas en su educación o formación -escuela-familia-sociedad-, bien por problemáticas personales no resueltas o no enfrentadas, las parejas se hacen mucho daño, las familias acumulan conflictos internos y domésticos perfectamente evitables, y existe el roce de quebrar no solo la "relación" de estas personas, sino quebrar la propia identidad emocional y sexual.
La búsqueda de compañía a ultranza será de todo menos auténtico complemento personal. Podemos llamarla "droga existencial", "amuleto de la suerte", "aspirina o analgésico emocional". Si se usa como droga, evadimos el presente; si lo tenemos como amuleto, desconfiamos de nosotros mismos; si las personas con las que me relaciono afectivamente las tengo como fármaco que me mantiene activo, entonces revisa qué estás haciendo con tu vida, porque te estás convirtiendo en un "zombie" emocional y posiblemente necesitarás apoyo para reubicar tu existencia, tus prioridades y tus retos, para después intentar compartirlos con alguien más.
Tener compañía temporal (por un rato o diferentes momentos) o parcial (en ciertas facetas o sobre ciertas condiciones) produce esclavos emocionales y sociales. Sí, es verdad, hace falta el contacto, compañía, tacto, etc. Pero fundamentar en esto una relación y una vida compartida, es haber iniciado la cuenta regresiva hacia la ruptura, será cuestión de tiempo. No caigan en la trampa egoísta de saberse dueños del cuerpo o tiempo ajenos, Usemos nuestra libertad con inteligencia, prudencia, motivación y pasión. Lo demás "huele" mal, y podrá ser dañino.
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