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Noviazgo: ¿Devaluado o Decisivo? (Parte I)

Hablando con una persona hace unos días, me comentó que su hija, una tierna niña de 5 años, compartía con él recientemente sus más dulces deseos. Uno de estos grandes deseos, y lo expresaba con gran determinación, es que piensa tener novio próximamente. Alude que "hay un niño que le gusta" y con el que quiere compartir con él los fines de semana -dice-, "como lo hacen tantos niños de su escuela".

Noviazgo, ¿original o pirata?


No les suene raro, por favor, porque no es el primer caso con el que me topo. Es muy común en muchos ambientes concluir los estudios de primaria en las escuelas y tener "novios". Raro es encontrar adolescentes que, terminando sus estudios de secundaria -o correspondiente en edades de 12 a 16 años-, no hayan tenido una o varias experiencias de este tipo, los así llamados "amigovios", "galanes" o simplemente "novios". Siempre escalando edades, estudiantes de bachillerato ven en su amplia mayoría como algo normal el sucederse de experiencias y relaciones entre parejas, sean de mínima, corta o breve duración. Menos son quienes mantienen una relación estable de pareja. Y así, tanto en los años de carrera como en el ámbito profesional, el sinfín de contactos interpersonales, el sucederse de experiencias sexuales o convivencias de diversa índole, y la combinación de los anteriores entre sí -mezclado con esa especie de libertad a ultranza sin límites-, se ve, acepta o justifica con el mismo término: "noviazgo".

Lo curioso es que, según la generación de personas (niños, adolescentes y jóvenes, padres de familia, abuelos), si les preguntamos qué es el noviazgo o cómo lo han vivido, resulta interesante apreciar que lo que para unos es una cosa, para otros es diferente o incluso contraria, o por lo menos distante. Claro está, las circunstancias personales, sociales, históricas y culturales (entre otras) han jugado y siguen jugando un papel clave a la hora de entender el porqué de esta diversidad. De todas maneras, me propongo retomar este tema porque lo considero muy importante para el ser humano, pues contiene en sí un gran valor y sentido, y que tristemente ha sido no solo desvalorizado, sino banalizado e incluso diluido. Si valoramos más las experiencias que las personas, si la regla es la satisfacción personal a ultranza, y si nuestra libertad la invertimos para lo que nos da mero placer y fácil desahogo, entonces sí que tenemos un gran lío y un gran problema.

Noviazgo: para qué sí y para qué no: 4 verbos y 2 excusas


Para reflexionar este tema, sin caer en formalismos o un solapado espíritu académico, busco sintetizarlo en una especie de líneas básicas que nos ayuden a examinar tanto nuestro concepto de noviazgo como reflexionar, según corresponda, sobre cómo vivimos, hemos vivido o podremos vivir esto que llamamos noviazgo.

¿Qué es el noviazgo? Lo resumo así: un período de tiempo para: conocer, resolver, consolidar y comprometer la propia vida con la vida de otra persona. Consecuencia de esto, por tanto, ¿qué no es el noviazgo? Lo resumo también: ni una mera compañía temporal, ni un paliativo para resolver problemas o necesidades personales. Vayamos paso a paso. He dividido en dos bloques o partes esta reflexión, por lo que espero pueda serles de apoyo y ayuda.

1º Verbo: Conocer y ser conocido a fondo:

No sobra ninguna palabra aquí. En otros escritos he subrayado que una de las grandes necesidades y aspiraciones de los seres humanos es poder relacionarse y entablar lazos y vínculos con otras personas, que vividos en común las llamamos "experiencias". Todo esto responde a una forma de vivir en estabilidad psico-emocional-temperamental y a realizar y completarse tanto personal como socialmente (entendiendo social como el entorno de vida y convivencia con los otras personas, que comparten conmigo estas mismas aspiraciones y necesidades).

Pues bien, las relaciones humanas -y el noviazgo como una de las más importantes-, requieren un tiempo y un proceso. La relación en un noviazgo implica dos personas, que de hecho ni piensan igual, ni comparten mismos hábitos de vida ni aspiran a los mismos objetivos de vida, etc. Pero, eso sí, se atraen mutuamente, tienen entre sí un "click". Esta atracción inicial necesita, además de tiempo, un proceso, Y el conocimiento es la primera ficha de este rompecabezas interpersonal dentro de este proceso. Por eso, conocer a alguien y ser conocido por esa misma persona como yo a ella, se basa en la apertura mutua (motivo de la relacionalidad humana). Yo abro mi vida, mi ser, mis gustos, mi pasado, lo que más quiero y más detesto, etc., y de la misma manera espero lo mismo de la otra persona. Entonces podemos hablar del comienzo de un auténtico noviazgo. Porque se comparten lo que con otras personas, incluso mejores amigos, no compartiría del todo o de la misma manera.

Conocer y ser conocido, primera pieza. Pero también hay un adjetivo importante. Un conocimiento que no es profundo, basado simplemente en aspectos físicos, comportamentales, sensibles o sentimentales, pondrá en serio peligro la relación; será cosa de tiempo. ¿Por qué? Porque no habrá total y realmente sincera. Por eso, cuando digo que necesita ser a fondo, es porque implica sinceridad, transparencia y honestidad por parte de ambos. El noviazgo es el tiempo para procesar la realidad de ambas personas y de ambas maneras de ser y vivir. Y de ese proceso dependerá el éxito o fracaso de esa relación. Con el paso de los años y la experiencia adquirida, estoy cierto de este aspecto. Tantas parejas y tantos matrimonios se deshacen con el paso del tiempo, precisamente por falta de profundidad, de sinceridad, sobre lo que llevan por dentro. Y solo con los años se descubren aspectos que en un inicio no se notaban, o que notándose no se tomaban en cuenta. No conocer en profundidad a la persona con la que quieres vivir tu vida, y conformarse con saber "lo importante", se convierte en un terreno enfangado y pantanoso. No te contentes con "pasar", sino de asegurar tu relación.

2º Verbo: Resolver las dudas:

La segunda ficha de este rompecabezas interpersonal en la relación de noviazgo es complemento a la anterior. A medida que ambas personas se conocen a fondo surgirán dudas, interrogantes y cuestiones que llamen la atención el uno de la otra persona y viceversa. Precisamente porque no son iguales, este encuentro mutuo origina roces, choques, posibles malentendidos, quejas, ratos sin hablarse, etc. No siempre lo que se siente por una persona coincide con lo que se espera de ella o con el comportamiento que esa persona nos brinde. Muy importante en una relación de pareja en el noviazgo resolver y dejar resueltas las dudas o situaciones que se vayan notando, justo porque mucho de lo que hoy se piensa, dice o hace, posiblemente con el paso del tiempo se repetirá o acrecentará con el tiempo.

Los conflictos, los malos momentos, los aspectos que no coinciden en ambas personas son clave para determinar tanto el grado de aceptación mutua como también la intensidad de ese "click" inicial, porque se alimentará o apagará a medida que progresivamente se resuelvan esas dudas o cuestiones. A lo largo de los años, máxime en el matrimonio, una pareja que haya descuidado este aspecto o haya dejado para después la resolución de estas dudas (precisamente porque no le dieron la importancia debida), corre grave riesgo de ruptura, sea física o incluso definitiva.

Volvemos a la misma causa que enumeraba en el primer apartado. Si el conocimiento de la otra persona es superficial, los conflictos probarán parte de esos "libreros personales secretos" que se tienen, pero es muy posible que no todos salgan a la luz. Ayuda mucho la resolución de los problemas y conflictos, pero no nos fiemos totalmente en esto, porque la libertad personal es más grande, y nunca estaremos plenamente seguros que todo ha quedado resuelto. De todas maneras, en este verbo encontramos una fortaleza interior y una seguridad bastante concentrada. No dejemos para después lo que hoy es vital resolver. No vaya a suceder que, como con las facturas, tengamos que pagar lo que creíamos ya estaba solucionado, y además con intereses.


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