No puede terminar este día, 27 de marzo, sin que podamos agradecer de corazón a Dios el regalo de una vida. Digo agradecer porque justamente hoy, esa vida, concluyó su itinerario con nosotros para descansar eternamente. Me refiero a la vida de Miguel Olivares, con quien tuve la oportunidad de convivir, compartir y celebrar momentos importantes de su vida, tales como por ejemplo su boda, así como hace justamente dos años, haber podido despedirme de él de la manera más fuerte y más sagrada posible, a través de la unción de los enfermos, y horas más tarde, celebrando su funeral de cuerpo presente. Y sí, Migue, gracias por el regalo de tu vida, de tu manera de ser, de tu presencia y de tu huella que has dejado entre nosotros. Dos años se cumplen de ese día que Dios te tenía reservado para ser protagonista de muchas vidas. Un accidente automovilístico fue la excusa, pero también la oportunidad para que nos diéramos cuenta que la vida no sabemos cuánto dura exactamente, pero ya estabas
Un lugar de encuentro, de reflexión, para compartir y para crecer.